
Antonio Palacios es referente obligado en la historia de las masculinidades disidentes en la Ciudad de Querétaro, urbe mexicana en donde nació en 1954. A la mitad de la década de 1970 se independizó del núcleo familiar e inició su carrera como empresario-estilista de gran éxito. Paralelamente y después de sus horas de trabajo, encabezó el movimiento travesti de la localidad.
De acuerdo con sus palabras, en una entrevista que le realicé en abril de 2020:
En ese tiempo yo ya iba al Jardín Obregón, luego a La Perla, que con los años se volvió más glamuroso, porque yo fui el primero que llegué vestido de mujer, a emborracharme, y todos los demás iban y se asomaban, porque yo bailaba, yo ya medio borracho daba el show de Rocío Dúrcal, de muchas cantantes, dependiendo mi estado de ánimo, o dependiendo de la ropa que yo me compraba, que yo me hacía. Yo bailaba en las mesas y la chingada, ya sabes. Entonces los demás gais me dijeron —oye, pero nosotros también queremos ser como tú, dinos cómo le haces—, yo me pregunto qué querían que les contestara, si solo me ponía una falda, mis tacones, mis medias, mi maquillaje… y así empecé.
Formó parte del grupo de homosexuales visibles que se reunían en la cantina La Perla, frente a la Plaza Constitución, en el centro de la ciudad. A determinadas horas de la noche el grupo tomaba el Jardín Zenea (antes Obregón) como lugar de encuentro y posibles ligues:
Cuando yo trabajaba en el Andador Libertad, con la Señora Bella, nos juntábamos siete gais en el Jardín Obregón, todas las noches. Éramos: el que trabajaba en la zapatería Canadá, que se llamaba Jerónimo, ya hace mucho que no sé de él. José Luis trabajaba en Bancomer, nosotros le decíamos María Isabel. También estaba la China de Hércules, la China veracruzana, Calabazo, Setenta y yo, éramos siete. ¡Ya recordé a Chucho! Entonces éramos ocho. Todos nos juntábamos para ligar en el Jardín Obregón: nos veíamos a eso de las ocho a las once, más o menos, depende; después cada quien se iba a su casa, con el ligue si es que lo había. Enfrente de la Plaza de la Constitución, sobre la Calle de Juárez, había un bar muy famoso llamado La Perla. Estaba atendido por un negro grandote, ese señor y sus hijos. Entonces yo vivía en la vecindad y me atrevía a salir vestida de mujer a La Perla. Yo ya era conocido, pero saliendo de trabajar, me iba al Bar. Me maquillaba, me ponía de todo y listo; entonces era 1974 o 1975. De hecho, cuando trabajaba con la Señora Elodia, yo era quien hacía las fiestas en el Salón. Atrevido yo, porque nadie quería, y les decía a los demás “vénganse a tomar acá”, llevábamos a los chamacos, los metíamos y les bailábamos en el salón. Pero un día me cachó la Señora, me regañó, me pidió las llaves y se las di. Al día siguiente habló conmigo y me dijo que por esa ocasión me la iba a pasar, pero que no lo volviera a hacer, porque ese era un salón, y me perdonó, pienso que además porque nos convenía seguir trabajando.
Junto a los empresarios del Hotel María Teresa —que, además de hotel, era balneario y centro nocturno con ficheras—, Antonio dio vida al espectáculo travesti en La Iguana. Inaugurado en 1984, fue lugar pionero de los locales para homosexuales, ya con licencia de alcohol y permiso del Gobierno del Estado de Querétaro (2020):
Me entregó los vestuarios en dos semanas, llegué con ellos a Querétaro y me presenté por primera vez en La Iguana, con una espectacularidad muy bonita, imagínate aquello. Las demás jotitas no tenían esos vestidos, usaban lo que podían. El primer día me presentaron con bombo y platillo, ya sabes cómo son las locas, anunciaron hasta que los vestidos eran de Mitzy. Así inicié cantando —mama dame cien pesitos, porque a América me voy…— como Rafaela. Entonces me vio el Titi, el dueño de La Iguana, y dijo que ya no quería a Calabazo, que quería que yo estuviera a cargo del show con todo eso que yo había presentado. Le expliqué que obviamente todo eso costaba, y mucho dinero, porque por ejemplo Mitzy, hacía treinta vestidos para Thalía, y los que no le compraba, me los vendía para mi show, para el chico que hacía a Thalía —ahí te van los que no compró Rocío Dúrcal, los que no compró tal artista—, ¡pero no me los regalaba, me los vendía, era mucho dinero!
Claro que los de La Iguana tuvieron la visión y me contrataron, pero yo estaba joven, no vi a largo plazo y terminé pagando con parte de mi dinero, no me lo pagaban, era un glamour banal, que en ese momento no me importaba que no me lo pagaran, yo lo que quería era lucirme, creo que notaron mi debilidad, mi vanidad, me pagaban muy poco, pero eso sí, teníamos fiesta y alcohol libre.
Antonio fue el primer hombre con implantes de senos plenamente visibles y reconocido en la entidad: tuvo su cirugía en 1986 aproximadamente porque manifiesta haber contado con recursos gracias al éxito económico de su trabajo como estilista. Resulta interesante constatar, sin embargo, que, según su relato, los senos nunca implicaron la intención de ser mujer o transexual, sino que era solo una manera de ser hombre homosexual; se identifica más con la palabra “gay”, término que a principios de la década de los años 80 reflejaba una voluntad mucho más transgresora que en la actualidad:
Yo era el único operado, todos los demás estaban planitos, no tenían nada. En realidad, pienso que tengo dos dualidades —soy géminis—, porque yo no me visto diario de mujer, no, para nada. Además creo que es bien peligroso. Mira, tengo una teoría: lo más hermoso, lo más bello que Dios creó fue la mujer. La homosexualidad no tiene nada que ver con ser mujer. Mira, yo me casé, me junté diez veces con los hombres más hermosos que yo he disfrutado; pero hay gente que me pregunta: ¿y quién es la mujer? ¡Eso no existe! Es una convivencia distinta cuando vives con un homosexual, no existen roles de mujer a hombre, la homosexualidad es más que eso, es un pensamiento, es una elección, ¡pero somos hombres! La mujer es algo hermoso, son poderosas porque dan vida, su naturaleza, su aroma, son lo más hermoso que existe en la vida. Los gais somos otra cosa, estamos aparte, somos diferentes a lo que la gente piensa. Yo soy un hombre, yo me asumo como hombre, nunca pensaría como mujer, por decirlo así, no tendría ese “estar” vistiéndome como mujer y aparentando serlo. Es decir que yo me vestía, pero luego botaba el estuche y regresaba yo. He de decir que cuando yo me visto de mujer, siento que crezco, que mi alma está en otra cosa, mi comportamiento es muy diferente, es algo que me sale de adentro… Pero al final me quito el disfraz y vuelvo yo. Yo soy dual, soy Antonio Palacios, y tal vez exista Antonella que está allá adentro, y sale en las noches, o en ocasiones especiales. Claro que las dos personalidades son reales. Y no cambio mucho, cuando me emborracho y ando de mujer soy muy cariñoso, abrazo a todo el mundo, quiero a todo el mundo. Soy como tú me dijiste, soy como las Dos Fridas, es verdad, eso es.
En 1987 Antonio tuvo que publicar en un diario de distribución estatal los resultados negativos de su prueba serológica y así desmentir que era portador del VIH:
A mí, por ejemplo, no me importa que me digan ¡puto! ¡joto! El problema no lo tengo yo, lo tiene el que me grita, yo soy un ser humano feliz, que soy así, y si a alguien le importa cómo yo me veo, pues lo siento, no es mi problema, sino de ellos. Si no se tiene esto claro pasan cosas: yo he conocido gente, algunos muy bellos, que tenían parejas más amantes; algunos de los amantes con esposa e hijos, después todos tenían VIH. Con el tiempo, por ejemplo en el caso que te cuento, murieron los cuatro: el gay bonito, su novio, su amante y la esposa del amante. Por eso recuerdo que Mitzy siempre me ha dicho “Antonio ¿sabes por qué aún estamos vivos? Pues porque somos gente de pareja”, pienso que la pareja te frena, aunque claro que no es fácil, yo tengo una debilidad, los hombres, y tengo suerte, me buscan mucho, pero soy cuidadoso, ahora, porque ya no tengo pareja.
Este acontecimiento en más de un sentido marca el inicio de las pugnas por los derechos de las personas disidentes, en una época en la que nociones “queer” o “no binarias” no aparecían en los debates de las masculinidades no hegemónicas. En entrevista para el Periódico Noticias (Moreno Sepúlveda, 1987), afirmó:
Los homosexuales siempre han existido, lo que pasa es que no se daban a conocer por los prejuicios de la población mexicana, pero a raíz de la aparición de la enfermedad llamada sida, la gente se fija más en nosotros, además en los últimos tiempos los homosexuales tenemos ya una identificación más propia y no nos avergonzamos de serlo.
Por esto mismo la trayectoria de Palacios Patiño es importante, no solo por ser uno de los primeros activistas en confrontar la discriminación de los homosexuales en Querétaro, sino, además, por haber sido parte relevante de los archivos históricos de la diversidad sexual de México en los años previos a la globalización.
Raúl GARCÍA SÁNCHEZ
Fuentes primarias
“Difaman a prestigiado estilista” (1987), Noticias, Querétaro, 20 y 24 de junio.
MORENO SEPÚLVEDA, E. (1987), “Los gays son una parte muy importante de la sociedad”, Noticias, Querétaro, 6 de julio.
PALACIOS PATIÑO, Antonio (1 de abril de 2020). Antonio Palacios y La Iguana (R. García Sánchez, Entrevistador).
Bibliografía
GARCÍA SÁNCHEZ, Raúl (2023), “Antonio Palacios, el movimiento travesti de Querétaro (México) en los años setenta y la visibilización pionera de masculinidades no hegemónicas”. Kamchatka. Revista de análisis cultural, 22, pp. 453-479. Acceder
Cómo citar este trabajo
GARCÍA SÁNCHEZ, Raúl (2024), “Antonio Palacios Patiño”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.