Eduardo Blanco Amor

Eduardo Blanco Amor (Ourense 1897-Vigo 1979) está considerado uno de los escritores más importantes del canon literario en lengua gallega. A esmorga (1959), su conocida novela, adaptada al cine y al teatro en varias ocasiones, está considerada una de las obras más importantes del siglo XX gallego. En 1919 emigró a Argentina, donde desarrolló una importante labor intelectual. Ejerció a lo largo de su vida de periodista, profesor, conferenciante e incansable fotógrafo. Tuvo un contacto importante con la vanguardista Generación del 27, entablando una intensa amistad con García Lorca en los últimos años de su vida, antes de ser asesinado. Realizó innumerables viajes y tuvo una vida itinerante; con 68 años, volvió a su Galicia natal. Su homosexualidad, tanto en su obra como en su vida, le causó problemas con la censura y el desprecio de muchos de sus compañeros de generación. La presente ficha se concentra en su creación fotográfica.

Su faceta como fotógrafo fue considerada durante mucho tiempo una mera afición. Aunque Blanco Amor nunca se presentó a sí mismo como artista plástico, sus fotografías trascienden la categoría de ser un mero álbum personal, dado su volumen (el autor donó 3000 clichés a la Biblioteca Provincial de Ourense -aun sin catalogar-), y la importancia que el autor dio a su constante labor (cuarenta años cámara en mano registrando sus viajes por América Latina, norte de África y Europa). En su amplísima obra fotográfica conviven retratos de sus amigos, autorretratos, recuerdos de encuentros, documentación de acontecimientos y, sobre todo, de los innumerables lugares que visitó. La fotografía fue una faceta más de su creación total por la que sentía auténtica pasión. La historiografía reciente la empieza a poner en valor y ha dejado de considerarla mera ilustración de su obra literaria, pues aprecia -más allá del impagable valor documental de una época- la captación del mundo a través de una personal y elaborada mirada poética.

Su fotografía se nos presenta como una manifestación de su estar o habitar el mundo, ya que funciona como el trazado de una de vida, como el diario en el que se van enlazando, de forma acelerada, los instantes seleccionados por el autor. Como ha señalado Carlos Lema (2009), su vida está marcada por el viaje en el que se van sucediendo lugares, personajes, amistades, amantes…, una vida fluida marcada por la ruptura con lo cotidiano y por el deseo de conocer. El deseo impone el cambio, una constante mudanza en quien desea: desear significa siempre desear a otro o desear ser otro. Esta idea de la identidad como fluir o postergación cobra una especial importancia en su obra. No en vano los fluidos tienen un claro protagonismo en A esmorga, con la lluvia y el alcohol como auténticos protagonistas que licuan la pugna inestable entre lo social y lo personal, entre el principio de realidad y el principio de placer, simbolizados por dos de los personajes principales que, a su vez, son un reflejo o trasunto del propio autor desdoblado. El agua, el fluido por excelencia, también está presente en su obra fotográfica espejando y duplicando realidades, desdibujando contornos…

Una de las textualidades autobiográficas que cobra más relevancia en su extenso corpus fotográfico es el de las representaciones que de sí mismo realizó Blanco Amor en sus innumerables autorretratos en diferentes periodos. La creación de una imagen de sí es un proceso de construcción de la identidad. Algunos de estos autorretratos son iconoclastas y osados, narcisistas y dandis, en los que el autor muestra con orgulloso exhibicionismo un cierto amaneramiento y una colección de tics de un hombre mundano y al tanto de las modas. Con ellos pretende fijar una colección de imágenes plenas y vitales de sí y de su mundo, obviando y dejando al margen las visiones sociales negativas de la identidad homosexual. Una de las fotografías más potentes en este sentido es el autorretrato desnudo realizado en Buenos Aires en 1940, en el que enseña la espalda y los glúteos en una pose de estatua clásica que emerge de la penumbra. En otros más íntimos y melancólicos muestra la intimidad de su cuerpo junto a una cama deshecha. Más contenidos y sosegados son aquellos en los que el autor aparece ya en edad madura.

Otro hito de su periplo foto-biográfico es la mirada deseante sobre la piel y los cuerpos de otros hombres, faceta con la que parece extender el arte del retrato ensayado consigo mismo. Como señala Alex Mene (2005): “Blanco Amor disfrutaba fotografiando a sus amigos y conocidos, también a sus amantes. Son retratos privados, íntimos; instantánea de los hombres con los que comparte su amor y su deseo; novios, chaperos, camaradas y compañeros de aventuras de urinario”. En 1953 marchó a Venezuela, donde conoció a Rafael Alvarado, con el que estableció una relación de la que dejó abundantes tomas en las que la mirada del fotógrafo parece transida por el deseo homoerótico, como la toma en la que el joven aspirante a actor y escritor aparece recostado en el lecho con los brazos flexionados sobre los que reposa su hermosa cabeza.

Esta admiración por la belleza masculina -a la que parece querer atrapar en el tiempo con sus disparos- se extiende a gente de la calle, a personajes anónimos (marineros, vendedores, ragazzi) que capta en Roma, Nápoles, Capri o Marruecos, en una suerte peregrinaje por enclaves del turismo homosexual, y en los que proyecta nociones de libertad que identificamos con la adolescencia y la juventud. La fotografía de Blanco Amor funciona como una inequívoca señal de su forma de habitar en el mundo en la que el autor consigue reconciliar lo real y lo imaginario.

Jesús MARTÍNEZ OLIVA

Fuentes primarias

BLANCO AMOR, Eduardo (1993), Eduardo Blanco Amor fotógrafo, Ourense: Artecentral.

BLANCO AMOR, Eduardo (1998), O fillo da florista. 34 retratos de Eduardo Blanco Amor. Ourense: Linteo.

BLANCO AMOR, Eduardo (2004), A Ollada do desexo: Obra fotográfica 1933-1973, Vigo: Galaxia.

Bibliografía

BUXÁN BRAN, Xosé (2005), Radicais Libres. Experiencias gays e lésbicas na arte peninsular, Santiago de Compostela: Consellería de Cultura do Consello.

LEMA, Carlos (2009), “Desexo, fotografía e literatura en Blanco Amor”, Madrygal, Revista de Estudios Gallegos, 12. pp. 37-46.

MENE, Alex (2005), “Los Milhombres de EBA. Homoerotismo en la fotografía de Eduardo Blanco Amor”, Xosé M. Buxán (ed.), Lecciones de disidencia. Ensayos de crítica homosexual, Barcelona-Madrid: Egales. pp. 199-217.

Cómo citar este trabajo

MARTÍNEZ OLIVA, Jesús (2023), “Eduardo Blanco Amor”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.

http://www.masdime.udl.cat/profile/blancoamor/