
En los últimos años, la labor pública y activista de Carla Antonelli (Güímar, Tenerife, 1959) ha constituido una fundamental referencia en la consecución de derechos para la diversidad sexogenérica y, especialmente, de las personas trans. En su larga trayectoria como política —bien como parte de los órganos internos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), bien como primera diputada trans en la Asamblea de Madrid de 2011 a 2021 y su actual cargo de senadora por la Comunidad de Madrid—, Carla Antonelli ha participado en gran parte de los procesos de aprobación de las leyes a favor de los colectivos sexodiversos. Su compromiso no ha estado exento de varios momentos de confrontación con su propio partido ante la tibieza con la que abordaba la consolidación de los derechos para las personas trans (en 2006, amenazó con emprender una huelga de hambre ante el retraso en la tramitación de la Ley de Identidad de Género). En octubre de 2022 su decisión de darse de baja del PSOE por la tramitación de la conocida como “Ley Trans” (Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI) sacudió la política nacional y evidenció las maniobras de obstaculización del sector transfóbico en este partido.
Junto a este trabajo cercano a las instituciones, es importante destacar también su infatigable presencia en foros, cursos y debates (televisión, radio, organizaciones activistas, universidades,…) en la que ha puesto sobre la mesa la necesidad del reconocimiento de derechos y la necesidad de políticas de reparación de la memoria trans como pieza esencial para entender la lucha por la libertades en España. En tal sentido, en sus intervenciones suele ejemplificar con su trayectoria autobiográfica las múltiples violencias que las personas trans han sufrido a lo largo de sus vidas. Aunque es variado y heterogéneo el corpus de textos que recogen aspectos importantes de su biografía (desde las primeras entrevistas en revistas como Lib o Interviú en los años 80), esta semblanza se centrará en la entrevista realizada por Víctor M. Ramírez Pérez para su libro Peligrosas y revolucionarias (2019) y el hermoso documental biográfico El viaje de Carla (2014) dirigido por Fernando Olmeda.
Este director plantea la vida de Carla a partir de la metáfora del tornaviaje (“La vida no son solo viajes de ida”, afirma la protagonista al final del documental), pero también como proceso de reparación por el pueblo que la vio nacer a partir de un recorrido por paisajes transitados o personas que la conocieron en cada etapa. La estructura de la narración visual es circular: comienza y termina en su pueblo (al que regresa tras recibir distintos reconocimientos públicos) e incluye los lugares más importantes de su devenir vital (Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Benidorm). También aporta un valioso archivo de su actividad artística (con impagables grabaciones de sus shows en distintas salas de fiestas), política y mediática: las primeras reivindicaciones por los derechos LGTBI, foros y programas televisivos o su actividad en la Asamblea de Madrid como primera diputada trans en la historia de España. Ella misma califica este viaje como una “reconciliación”.
Nacida en la localidad rural de Güímar, Carla Delgado Gómez (cuyo nombre artístico y más reconocido es Carla Antonelli) vivió gran parte de los penosos episodios de las infancias y adolescencias trans. Su maestro en la escuela del pueblo rememora a una Carla “no integrada en el grupo, que no ponía interés para aprender, estaba en su mundo, sola en el recreo y no se relacionaba con nadie” (El viaje de Carla). Sin embargo, amigos de ese período también hablan de una Carla muy creativa, que montaba espectáculos, y recuerdan su actuación interpretando a Herodes en una función amateur de Jesucristo Superstar. Así transcurrieron sus primeros años en el colegio:
Del párvulo recuerdo yo de salir corriendo porque te tiraban piedras y luego encima ibas a casa y [te decían] “algo habrás hecho”. Yo me acuerdo que tenías que salir corriendo la primera para que no me tiraran piedras porque estaban esperando a que terminara el colegio para caerme encima y me escondía detrás de un muro. (2019: 332-333)
Cuando comienza el bachiller, inició paralelamente estudios de arte dramático y declamación en el conservatorio de la capital de la isla, que le ayudaron a que tuviera sus primeros contactos con la comunidad trans local y supuso el descubrimiento de otras expresiones de la sexodiversidad, más allá de lo que conocía en su pueblo (“Güímar me provoca angustia de que nada se mueve, pero al mismo tiempo todo se sabe” [2014]):
Hasta [que] te das cuenta de que no encajas, no empiezas a encajar dentro de lo establecido. No te sientes tampoco como gay. Descubres luego más tarde, cuando vas a Santa Cruz, de que hay gente que se ha hormonado, de que tiene pecho: ¿y cómo es que tiene pecho? […] Era que se ponían Proynon Deop [medicamento hormonal]. Las primeras que yo conozco en Santa Cruz […], antes de irme de mi casa, es a La Luisa, una que la llamaban La Petuda y Marcela [Rodríguez]. (2019: 333)
La frecuentación del ambiente trans capitalino y el asfixiante ambiente en casa y en el pueblo le llevaron a escapar de casa con 17 años a otra isla para evitar la reclamación por parte de su familia (“con mucho miedo subí a ese barco” [2014]). Gran Canaria, el primer destino de este sexilio, era en aquellos momentos una isla con mayor movimiento y precarias redes de apoyo, especialmente para las personas trans. Sin embargo, pese a que al llegar “conocí a un señor y estuve viviendo en su casa como un mes” (2019: 334), al final la echa y pasa un tiempo viviendo en la calle, donde sufre hambre o la violencia policial y social:
[Recuerdo] dormir en un nidillo de guerra que está por Las Coloradas, al final de la playa de Las Canteras. Y por la noche nos íbamos a dormir allí […] un grupo. Y recuerdo que una noche llegaron unos niñatos drogados, tirando piedras contra el nidillo de guerra. Todas saliendo, gritando, llorando. Yo me escapé de allí, no sé cómo no me maté, porque eso eran riscos, riscos y de noche cerrada empecé a saltar de risco en risco […], no me caí y me podría haber despeñado, directamente. Yo al día siguiente vi por dónde había saltado y no daba crédito […]. Terminé durmiendo hasta al salir del sol en un coche [abandonado], con cartones y en bragas. Al final no había pasado nada, yo pensaba que las habían matado a todas. (2019: 335)
En Las Palmas de Gran Canaria se inyecta por primera vez hormonas y siente que ese paso que acaba de dar es un camino “sin retorno”:
Y me pusieron una Proynon Deop. Y yo me acuerdo que aquel día fue un día terrible, terrible como que fue el gran día, donde decides que inevitablemente ya has dado el salto al vacío, donde no tienes marcha atrás […] de tu vida porque ya sabes que nunca jamás vas a volver a regresar a tu pueblo, jamás. Sabes que inicias un proceso que ya no tiene vuelta de hoja, que eso jamás se admitirá ni se entenderá ni en la familia ni en nada. (2019: 336)
Aunque regresó a Tenerife por insistencia de su madre y consintió en acudir a un psiquiatra a instancia de la familia, este desistió al verla hormonada. De nuevo en Gran Canaria, comienza a trabajar en el Britania. Era la época de las primeras elecciones democráticas y la tensión entre los que abogaban por el cambio democrático y el inmovilismo de los sectores franquistas se materializó en posiciones sobre los derechos y libertades sexuales. Las personas trans son vistas en muchos medios de comunicación y en la opinión pública como punta de lanza de los nuevos tiempos y sensibilidades. Así, Carla Antonelli recuerda un reportaje realizado en el Britania por el diario local La Provincia con un pie de foto que rezaba: “Carla —el nombre del DNI entre paréntesis—, travesti politizado, dice que votará siempre al partido socialista” (2019: 337).
Un policía le increpa: “Ya estaréis contentos, maricones, ya tenéis democracia”. Ante este ambiente de agresión continua, se embarca con un ballet hacia la Península. Llega a Barcelona en 1977 y emprende una pequeña gira con la compañía, pero la escasa paga y el que fuera sin alterne, la obligaron a volver a Tenerife en 1978. Trabajó en varios locales de copas y ganó el primer concurso de Miss Travesti. En 1979, entra a trabajar en el Ladys, una sala de fiestas de Gran Vía madrileña, y comienza a protagonizar algunos artículos con tintes sensacionalistas en Diario 16 y El Caso. Pronto será la revista Lib la que le dedique su atención con el título de “la sucesora de Bibi Anderson” y con una Carla Antonelli que aprovechaba el morbo despertado para reivindicar los derechos de las personas trans (en el documental recuerda con cierta amargura cómo alguien metió la revista por debajo de la puerta de la casa familiar). En 1980 rueda para Televisión Española un documental sobre la transexualidad en España. Secuestrado por la censura, tardará un año su emisión en pantalla:
Empezaron a contar mi historia y el programa se convirtió solamente en la mía. Digamos que fue el primer documental temático que se hizo, que se iba a emitir de transexualidad en España. Que no quiere decir que no hubieran salido personas trans antes, había salido Bibiana [Fernández], había salido Amanda Lear, todo esto, pero el día a día de una persona trans […]. Son esas imágenes que se me ve a mí por la calle Orense [preguntando a los transeúntes:] qué pensarían usted si yo le dijera que soy transexual. (2019: 340)
Entre 1980 y 1983 participó en varias películas, pero en 1984 entra en una depresión que la lleva a tener ideas suicidas —problemas con la prótesis del pecho que era de suero y no de silicona como le había asegurado el cirujano que la operó, la ruptura con su pareja, un robo en su vivienda—. Decide pasar todo el año en Benidorm trabajando de vedette y después de gira por distintos lugares de España. A finales de los 80, a raíz de las agresiones de la ultraderecha en La Castellana, comenzó su labor activista en el espacio público y mediático, colaboró con las acciones de COGAM y se convirtió en “persona visible y referente: una persona trans hablando” (2019: 343). Pero, a su vez, sufrió la transfobia dentro de los propios colectivos LGTBI:
Con Antonio Villena yo las tuve en los 90, porque decía que las trans no teníamos que ir a la manifestación del orgullo, que teníamos que integrarnos en el movimiento feminista ya que éramos mujeres. Yo digo: somos mujeres, somos trans y estuvimos para darnos hostias y también estamos aquí para celebrarlo. Y hubo una dialéctica en medios de comunicación desde El País y El Mundo. (2019: 344)
Su incorporación oficial al PSOE en 1997 (y la creación en el partido del grupo federal LGTB) supuso el comienzo de una admirable contribución a la visibilización de las problemáticas legales, sanitarias y sociales que afectaban a las personas trans (“La propia visibilidad es normalización porque de lo que no se habla, no existe” [2014]), en especial en los trabajos necesarios, en cooperación con los colectivos, para la materialización de las distintas leyes sobre derechos trans; como afirma en el documental: “Todo ese trabajo tenía que plasmarse en leyes” (2014).
Uno de los momentos cruciales en esta trayectoria fue su anunciada huelga de hambre por el retraso con la Ley de Identidad de Género en el año 2007, ley necesaria para las personas trans pues significaba abandonar la situación de “indocumentada social” (como titulaba una noticia de la época). Pese al sentimiento “agridulce” que le causa la aprobación de la ley por las dificultades durante el proceso y la incomprensión de algunas personas del partido y del entorno activista, Carla Antonelli decide aceptar la oferta del dirigente socialista Tomás Gómez para ser candidata a la Asamblea de Madrid: “Y eso es de las cosas que me hace sentir que sirves, que vales, que tu vida de alguna manera cobra sentido” (2014). Precisamente, su discrepancia con la línea de este partido en la tramitación de la llamada “ley trans” supuso su baja en el PSOE a finales del año 2022 (la ley fue aprobada en marzo de 2023). Actualmente, tras las elecciones del 28 de mayo de 2023, es senadora por designación del partido progresista Más Madrid. Su trabajo en pro de las infancias y adolescencias trans ha sido esencial en la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas trans desde edades tempranas.
También en campos como la televisión Carla Antonelli fue un referente. No solo por su presencia en tertulias de actualidad política, sino también por ser la primera actriz trans con “personaje fijo” en una serie española (El síndrome de Ulises, 2007-2008) o la primera actriz trans que actuó en el teatro romano de Mérida dentro de su festival de teatro clásico con la obra Lisistrata (2010).
Muchos han sido los reconocimientos recibidos a lo largo de estos años de intensa actividad, pero, sin lugar a dudas, uno de los primeros y más importantes fue el Premio Cardón (2009), que se entregaba en su municipio natal a las trayectorias destacadas de personas locales. De esta manera, Carla Antonelli regresó a su pueblo después de más de treinta años de ausencia y comenzó su particular “reconciliación”. La vida de aquella niña de Güímar, que en el Parque García Sanabria en compañía de otras mujeres trans empezó a descubrir quién quería ser, ha estado marcada por su gran capacidad de lucha, por su irrenunciable posición ética:
Entregamos un legado pero no vamos a desfallecer hasta el último minuto de seguir defendiendo y de seguir avanzando. Por tanto, que todo ha merecido la pena, sin duda alguna, y que al final somos parte y materia de todas nuestras propias historias que hemos vivido y nos han hecho las personas que somos hoy. […] desde aquella esquina del Santa Catalina a un escaño en la Asamblea de Madrid, de poder decir sí “prometo” y de la grandeza de la democracia de poder hacer ese recorrido: desde las esquinas hasta los escaños, desde el maricón al señoría. Y sobre todo, poderlo seguir contando. (2019: 345)
Con posterioridad a la redacción de esta semblanza, ha visto la luz La mujer volcán, memorias de Carla Antonelli escritas con Marcos Dosantos, que constituye un hito de la memoria trans española y que es lectura imprescindible para toda persona interesada en su trayectoria.
José Antonio RAMOS ARTEAGA
Fuentes primarias
ANTONELLI, Carla – Marcos DOSANTOS (2024), La mujer volcán. Memorias, Barcelona: Plaza & Janés.
El viaje de Carla (2014), dir. Fernando Olmeda, Olmedia.
RAMÍREZ PÉREZ, Víctor M. (2019), Peligrosas y revolucionarias. Las disidencias sexuales en Canarias durante el franquismo y la transición, Las Palmas de Gran Canaria: Tamaimos, pp. 332-345.
Materiales adicionales
Adolescencia (1982), dir. Germán Lorente, Arturo González P. C.-Midega Films.
El hilo mágico (1983), dir. Justo Pastor, Brújula Films.
El síndrome de Ulises (temporadas 2007-2008), Antena Tres.
El vuelo del tren (2009), dir. Paco Torres, Comunidad Ad-volution.
Extraños (1999), dir. Imano Uribe, Enrique Cerezo P. C.
Hijos de papá (1980), dir. Rafael Gil, Coral P. C.
Las guapas y locas chicas de Ibiza (1981), dir. Siggi Ghotz.
Pepe no me des tormento (1981), dir. José María Gutiérrez, José Frade P. C.
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Cómo citar este trabajo
RAMOS ARTEAGA, José Antonio (2024), “Carla Antonelli”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.