Luis Cernuda

Los aspectos básicos de la biografía del poeta español Luis Cernuda (1902-1963) son bien conocidos. Nace en Sevilla, hijo de militar, estudia derecho e hispanismo antes de dedicarse a la poesía. Su primer volumen de poesía, Perfil del aire (1927) le lleva a formar parte de ambientes literarios e intelectuales con cuyos miembros mantuvo relaciones personales, a veces de afecto (como en el caso de Concha Méndez o Rosa Chacel), pero sobre todo de tensión (prácticamente la totalidad de sus compañeros de generación poética, sobre los que siempre albergó reservas artísticas).

Cernuda milita brevemente en el Partido Comunista, participa activamente en el movimiento antifascista y, cuando se adivina el triste fin de la Guerra Civil, marcha al exilio, iniciando, desde 1938, una serie de peregrinaciones que le llevan primero a Gran Bretaña y Estados Unidos y, desde 1951, a México, donde pasó los últimos doce años de su vida hasta su fallecimiento en 1963. Aunque hoy su posición en el canon de la poesía española es innegable, durante mucho tiempo fue un poeta cuestionado, casi ignorado, ya que se prefería un tipo de poesía más desbordada, aquella que en sus ensayos el propio Cernuda calificaría de “folclorista”. Las primeras caracterizaciones de la Generación poética del 27, a la que pertenece vitalmente y en sus relaciones, le negaban un lugar de privilegio canónico. Desde su muerte, su influencia en poetas como Jaime Gil de Biedma o Juan Gil-Albert es incalculable.

Quizá uno de los aspectos sobre Luis Cernuda que más puede llamarnos la atención es lo a gusto que parece sentirse con su homosexualidad, si tenemos en cuenta los problemas que esta ocasionó a otros compañeros de generación. Incluso en sus libros tempranos encontramos poemas sobre la plenitud del deseo. Si bien podría resultar excesivo hablar de una “celebración” del mismo tratándose de alguien tan poco dado a ello como Cernuda, sí hay una suerte de serenidad, de relación clara, transparente, poco neurotizada, en el extremo opuesto de El público o el Poeta en Nueva York lorquianos. Tanto los testimonios de conocidos como el modo en que se refiere a su deseo nos muestran a alguien muy distante del homosexual atormentado que encontramos en otras narrativas. No hay en los escritos que se refieren a ello angustia, ni hace público un amargo proceso de aceptación; tampoco hay juegos de armario (por ejemplo, cambios de pronombres), algo que para muchos hombres pre-Stonewall era una necesidad. Su poesía es homoerótica más que homosexual, procede de una voz que se sitúa fuera de lo social.

El título de sus poemas reunidos, La realidad y el deseo, precisa el tema central de toda su obra. Los amores de Cernuda no fueron consistentemente felices: en todos ellos había un intenso componente erótico, que sobrepasaba la realidad. María Dolores Costa sugiere, en su entrada sobre el poeta, que quizá achacaba sus frustraciones a la situación del homosexual en la realidad social. Ciertamente es algo que se desprende de otras fuentes. Por otra parte, su poesía nos aleja de este tipo de diagnósticos: el abismo entre la realidad y el deseo no es algo contingente a la condición homosexual, se trata de un vacío entre dos dinámicas que funcionan de manera distinta. Los cuerpos en Cernuda son siempre poéticos, y también lo es el amor.

Lee el Corydon de Gide de adolescente, e inmediatamente se identifica con el modelo propuesto (algo que no sucede, por ejemplo, con García Lorca, Emilio Prados o Vicente Aleixandre). En un recuerdo sobre su estancia en Valencia antes del exilio, Juan Gil-Albert sugiere, en un homenaje incluido en La caña gris en 1962, que tras esta lectura vino una fase de algo que podemos identificar con cierto “proselitismo” más propio de generaciones muy posteriores:

Otro día, en un atardecer, se presentó bastante excitado, él corrientemente inexpresivo, trayendo y comentando un librito de Gide que, colándose un tanto subrepticiamente, había de causar en nuestras filas, hablo de un grupo restringido pero significativo de escritores, poetas, pintores y músicos, una reconsideración de actitud con respecto a las vicisitudes que estábamos viviendo. (Gil-Albert, 1962: 26)

Fragmentos como este nos sirven no sólo para situar a Cernuda en su época, sino para tener una visión más precisa, menos oscura de aquel período, en el que cierto discurso homosexual circulaba en un entorno hostil. La cita sugiere lo importante que era para él este “ser” homosexual, hasta qué punto su deseo era central a su experiencia, a pesar de lo cual las biografías convencionales pasan como de puntillas. Su poesía homoerótica (en la que siempre se canta el cuerpo del hombre joven) no pasa por una larga fase heterosexualizada sino que retoma las imágenes y los clichés de una tradición propiamente homosexual. Que todo esto sucediese en una España que siempre ha sido reacia a “hablar” de cultura homosexual es uno de los aspectos que constituyen su originalidad, aunque pocos comentaristas hasta años recientes fueron capaces de asumir este tipo específico de originalidad. Sabemos que contemporáneos con reputaciones sólidas utilizaron la descalificación homófoba, pero lo cierto es que esto no afectó excesivamente a su reputación como poeta.

Cernuda madura en un contexto en el que los debates sobre “el problema homosexual” que tenían lugar en otros lugares de Europa empezaban a plantearse aquí; la aparición de un número importante de poetas homosexuales en la Generación del 27 (que pertenecen al “grupo restringido” que menciona Gil-Albert) no es en absoluto casual; y, si no, ahí está La novela de un literato, de Cansinos Assens, que muestra el interés de la intelectualidad por el tema. Cernuda comparte con otros homosexuales del período cierto dandismo: testimonios y retratos nos lo presentan como elegante y atildado, tímido y solitario, a menudo malhumorado, incluso arisco, intolerante con la falta de autenticidad. Todo esto siempre se expone desde posiciones que, como la de Octavio Paz, se consideran “socialmente ortodoxas”: más allá de los deseos expresados en la poesía, sabemos de la heterodoxia sexual de Cernuda a partir de miradas que se definen como heterosexuales y la describen, a veces con empatía, otras veces no tanto, “desde fuera”. Una visión menos heterocéntrica nos presentaría al poeta como alguien que no soportaba la hipocresía en torno a la homosexualidad que le rodeaba, también entre intelectuales. En él, identidad homosexual y poesía van unidas tanto biográfica como simbólicamente. La realidad y el deseo es una referencia apenas velada al enfrentamiento entre un yo poético y el mundo real; la conjunción que une ambos términos también los contrapone.

Al contrario de lo que sucede, por ejemplo, con la poesía de Cavafis, el homoerotismo en Cernuda rehúye el lastre del mundo real. Sus poemas cantan a marineros y campesinos, a muchachos sorprendidos por su erotismo. A este respecto, la falta de análisis de estos temas con referencia a la tradición poética pederástica, acaso porque se considera algo demasiado “bajo” para un poeta canónico, no puede dejar de causar cierta incomodidad a lectores contemporáneos: el tema de la erotización del marinero no es simplemente algo que se relaciona con una “rareza” del deseo personal de Cernuda, se trata de un tema típico de la poesía homosexual y el poeta lo utiliza al insertarse en esa tradición; es un aspecto que simplemente no puede pasarse por alto. Es decir, un poema como “Los marineros son las alas del amor”, de Los placeres prohibidos (1931), no se limita a utilizar un motivo, el marino, como metáfora del “amor en general” sino que se refiere “específicamente” al amor pederástico: hay ciertamente “universalidad”, pero enunciada desde una posición indudablemente y afirmativamente homosexual; del mismo modo se pude aspirar a la universalidad desde la feminidad o desde culturas no occidentales sin que ninguno de estos rasgos dejen de ser centrales en la formulación de los enunciados. Su huida del exceso retórico (un defecto que achacaba a ciertos autores, incluso algunos a los que admiraba) hace que los sentimientos se expresen de maneras nítidas.

Los poemas eróticos de este volumen presentan una voz poética que aspira al amor físico con muchachos rubios inalcanzables. Es cierto que pueden ser también metáforas de algo mucho menos prosaico, pero ante todo no debemos olvidar que se trata de “muchachos” (es decir, no muchachas o caballos) rubios. La idea de liberación del cuerpo y disfrute sexual es recurrente, pero siempre como anhelo. No sentimos que el cuerpo cantado se encarne en un cuerpo real y no podemos evitar una referencia biográfica en este punto.

La vida emocional de Cernuda parece transcurrir en el mismo estado de ensoñación melancólica que aparece en su poesía, un estado seguido de profunda frustración. El amor nunca tiene su ahora, siempre parece estar en pasado o apunta hacia el mañana, pronto, algún día. Llegó, brevemente, en 1951, y le inspiró para escribir los Poemas para un cuerpo. Una colección de madurez, Vivir sin estar viviendo (1944-1949), resume en su título la impresión que nos produce el Cernuda del exilio: un hombre que cada vez parece más alejado de la cotidianeidad, al que le duele la España que ha dejado atrás y a la que nunca regresaría. Su último libro, considerado como un síntesis temática y emocional de su carrera poética, Desolación de la quimera (1962) presenta la tristeza del tiempo que pasa en soledad y mira hacia el deseo en tiempo pasado. También se inscribe en una tradición explícitamente homosexual al introducir en uno de los poemas un homenaje a Verlaine y Rimbaud, poetas malditos. Amantes.

Una evocación de otro poeta español, Luis Antonio de Villena, proporciona una semblanza que se corresponde con los tópicos sobre su poesía: austera, pero henchida de sensualidad y que da una dimensión vitalista a la mirada homoerótica presente en su poesía:

Luis Cernuda era homosexual y no lo escondió y dignificó al extremo tal condición, lejos de la banalidad, las prohibiciones y chuflas que eso –tan injusta y cruelmente– ha conllevado. Pero por eso mismo no transigía con la homofobia: detestó a Dámaso Alonso que era un declarado homófobo, y se alejó de su antiguo maestro Pedro Salinas (que en lo profesional siempre le favoreció) al enterarse que hacía bromas en privado con Jorge Guillén, sobre los gustos íntimos de Luis. Tuvo que saber que el genial barbarote Buñuel, hablaba –a propósito de Lorca y ya en 1928– de esos “poetas cernudos” […]. Evolucionando desde la “poesía pura” y el surrealismo, hasta un lenguaje coloquial elaborado, cultista y en ocasiones culturalista, Luis Cernuda traza su biografía íntima en sus poemas, siempre próximos a su vivir. Después de las pretericiones e incluso los denuestos (Torrente Ballester lo ninguneó en una historia de la literatura española contemporánea) hoy es uno de los grandes, de los más grandes, y sin duda el poeta más moderno de una generación de probados modernos. Nada menos. (Villena, 2017: s.p.)

Alberto MIRA

Fuentes primarias

CERNUDA, Luis (1993) Obras completas, eds. Derek Harris y Luis Maristany, Madrid: Siruela.

Bibliografía

CANSINOS ASSENS, Rafael (1995), La novela de un literato (3 volúmenes), Madrid: Alianza.

COSTA, María Dolores (1995), “Luis Cernuda”, The Gay and Lesbian Literary Heritage, ed. Claude J. Summers, Nueva York: Henry Holt, pp. 156-157.

FOSTER, David William (1999), ed., Spanish Writers on Gay and Lesbian Themes: A Bio-Critical Sourcebook, Westport: Greenwood, pp. 43-46.

GIL-ALBERT, Juan (1962),Ficha conmemorativa”, La caña gris. Revista de poesía y ensayo: Homenaje a Luis Cernuda, números 6-7-8, pp. 26-28.

RAMOS OTERO, Manuel (1988), “La ética de la marginación en la poesía de Luis Cernuda”, Cupey, 5: 1-2, pp. 16-29.

RIVERO TARAVILLO, Antonio (2008), Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), Barcelona: Tusquets.

(2011), Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963), Barcelona: Tusquets.

VALENDER, James (2002), ed., Luis Cernuda 1902-1963: Entre la realidad y el deseo, Barcelona: Residencia de Estudiantes.

VILLENA, Luis Antonio (2017), “Luis Cernuda, mejor la destrucción, el fuego…”, El Mundo, 25 de junio. Acceder

Materiales adicionales

Documental Donde habita el recuerdo: memoria de Luis Cernuda 1902-2002. Acceder

Cómo citar este trabajo

MIRA, Alberto (2022), “Luis Cernuda”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.

http://www.masdime.udl.cat/profile/cernuda/