Julio Galán

Sobre Julio Galán (Múzquiz, Coahuila, 1959-Zacatecas, 2006) se ha escrito muy poco; aun cuando contamos con varias publicaciones magníficas sobre su persona excéntrica y obra genial, no es más que una pequeña parte de todo lo que existe por documentar de este gran artista mexicano. La mayoría de sus piezas son autorretratos, pero él nunca es el mismo: se transforma, se disfraza, se viste y desviste según el flujo de narraciones visuales sucede en su mente. Es niño eterno, adulto homosexual, muñeco atormentado y el hombre que vive; existe en medio de una aparente gran desolación, de una gran melancolía. ¿Cuál es el origen de esa desolación melancólica? Para este fin se propone abordar una de sus pinturas.

“Niño en la cama” (1983) es un óleo sobre tela, de 158 x 124 cm. (véase en García Sánchez, 2022: 150), que se expuso en su tercera muestra con Guillermo Sepúlveda, en 1983, titulada Pensamientos secretos. Se trata de la vista superior de una figura cubierta hasta la nariz por las sábanas. Solo se ve una parte de la cabeza y la mano izquierda. Las patas de la cama son isométricas sobre un suelo terracota. La cama misma ocupa el ochenta por ciento de la superficie del cuadro; consta de dos colchones gris claro con líneas delgadas verticales y rojas, almohadas Nápoles y en medio de ellas un crucifijo de madera, que se asoma por el lado izquierdo. El cobertor del niño es gris con rayas gruesas rojas. Del lado izquierdo hay unos zapatos, sobre la cama aparece un cenicero con un cigarro a medio fumar y un oso de peluche, un frasco abierto con pastillas regadas. Del lado derecho desde abajo de la cama se asoma la cola anillada de un gato gris y negro; sobre el cobertor se ve una postal con la caricatura de un gato amarillo con un moño rojo de bolas blancas en el cuello y un libro, aparentemente el diario del personaje dormido, firmado como J. Galán, donde se lee:

El niño enfermo

No divertían las conchas en la playa al pobre niño enfermo.

Solo fija sus ojos melancólicos en el límite azul del mar sereno.

Como el cielo y el mar al confundirse, parece que se tocan en lo inmenso.

Quiero tocar el cielo! reflexiona el pobre niño enfermo

Llévame allí más lejos… Quiero tocar el cielo

Todo hermoso, que cerquita lo tengo!

La noche suspiraba tristemente y temblaba de miedo

al pensar que pudiera realizarse el inocente engaño del pequeño.

Dios escuchó sin duda al pobre niño y quizá complacerlo.

No tocó el cielo el niño aquella tarde,

Pero al amanecer estaba muerto.

Julio Galán muestra de esta manera toda una historia. De entrada, el niño en la cama es él mismo; nos recuerda que el autorretrato es el eje principal de su producción. Por el año en el que se realizó esta pintura, se puede suponer que es parte de la producción de su primera estancia en la ciudad de Nueva York, en el barrio conocido como Hell’s Kitchen. El pintor había renunciado temporalmente al dinero de su familia. Su cuarto estaba vacío, solo la cama, un caballete y sus pinturas; estaba en diálogo consigo mismo. Y en medio de esa atmósfera pintó este cuadro, tal vez durante un momento en el que se encontraba enfermo (Pellizzi et al., 2007: 99).

Galán se representa como niño. Fue algo recurrente en su obra; se decía que era un adulto con cara infantil. Por lo menos así lo creían él y varias personas cercanas. Su niñez fue un campo enorme lleno de situaciones no muy agradables. Él lo recordaba como un momento extremadamente triste de su vida, cuando tal vez sintió por primera vez la soledad de no poderse incrustar del todo en una sociedad de una sensibilidad e imaginario diferentes. Esa misma soledad está representada en el cuadro aquí descrito. Los que le hacen compañía son un oso de peluche, un crucifijo, unas pastillas -tal vez algún tipo de estupefaciente, ansiolítico o antidepresivo- y un libro donde anota su estado anímico, su deseo de muerte, punto que repitió constantemente a lo largo de su vida profesional. Se siente acompañado por sus amuletos, cosas que le hacen fuerte, mientras temeroso se esconde debajo de la ropa de cama. Es un niño adulto: hay un cigarro prendido, hábito que mantuvo por varios años.

Recrea un escenario en el valle de sus cobijas. Ya no está solo, lo acompañan las historias de su abuelo, representadas en la cruz de madera de su almohada, su oso, sus chochos, la foto que le recuerda a su gato y un libro con sus pensamientos. Es posible pensar que esta pieza es en sí misma una llave que abre una serie de recorridos visuales y de pensamiento que tomaron fuerza en la década de los ochenta. Habla de lo íntimo, de la identidad visible a través de sus imágenes (García Sánchez, 2013: 21). Aquí radica la relevancia de la figura de Julio Galán, porque el conflicto que pinta es una constante humana, es recordar que todos hemos estado y seguramente estaremos de duelo en el porvenir natural de las cosas.

Raúl GARCÍA SÁNCHEZ / Raúl SANGRADOR

Fuentes primarias

GARCÍA SÁNCHEZ, Raúl (2022), “El origen de la melancolía en la pintura de Julio Galán”, en Espejos y contraespejos. Trazos biográficos, diversidad sexual y arte en Hispanoamérica y España, ed. J. V. Aliaga y J. Martínez Oliva, Barcelona-Madrid: Egales, pp. 141-167.

PELLIZI, F., C. MONSIVÁIS, G. SEPÚLVEDA y S. CHEREM (2007),  Julio Galán. Pensando en ti, Monterrey, Nuevo León: Museo MARCO – CEMEX.

Bibliografía

GARCÍA SÁNCHEZ, Raúl (2013), Búsqueda del origen de la melancolía en la pintura de Enrique Guzmán y Julio Galán, Querétaro: Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma.

Cómo citar este trabajo

GARCÍA SÁNCHEZ, Raúl  (Raúl SANGRADOR) (2024), “Julio Galán”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.

http://www.masdime.udl.cat/profile/juliogalan/