
La prisionera apodada “La Lita” (Buenos Aires, 1905-¿d. 1944?) fue entrevistada en la cárcel de Buenos Aires en 1940 por un criminólogo y se describió como una “marica seria”. También se refirió a la práctica de conocer hombres en espacios públicos y acostarse con ellos (Ficha 2531). Cuando nació en 1905, su sexo fue clasificado como masculino. Sin embargo, La Lita le explicó que desde los ocho años había aprendido a usar maquillaje y ropa femenina para atraer a los hombres. Según el criminólogo, las relaciones homosexuales cimentaron la psique femenina de La Lita; desde sus primeros encuentros con un compañero de clase, “su vida continuó en idéntico ritmo, era una mujer, pues se sentía mujer y procedía como tal”. Aunque intentó trabajar con su padre en el campo, pronto se dio cuenta de que no estaba hecha para esa vida. Según la transcripción de la entrevista, La Lita afirmó:
“Yo tenía necesidades, como tiene cualquier mujer y en el campo no se puede hacer nada porque enseguida hablan”. “Por otra parte yo soy una ‘marica’ seria y me disgusta que me señalen con el dedo”. “Por eso resolví venirme a Bs. Aires donde se puede conseguir lo que yo quería sin llamar la atención” […]. En la capital acostumbraba a buscar ‘candidatos’ y la descripción que hace de sus maniobras es la siguiente: “Salía a la oración y cuando veía alguno que me gustaba, me insinuaba, trataba de trabar conversación y hacerme amigo, una vez que lo conseguía, le daba a entender que era ‘marica’ y si él accedía nos íbamos a dormir juntos. Nunca le di plata a un hombre, válgame Dios, a eso no he llegado todavía, quizá cuando sea viejo tendré que pagar para que me quieran”.
La Lita expresaba así que su anhelo era poder satisfacer sus necesidades sexuales sin verse sometida al escrutinio público. Según el informe, La Lita contoneaba coquetamente las caderas al caminar y se sonrojaba al cruzar la mirada con el criminólogo, a la vez que hablaba “descaradamente y con orgullo” de su sexualidad. Afirmaba seguir unas normas de complementariedad de género que definían la masculinidad en términos de penetración / genital y la feminidad como receptiva / no genital. Aclaró así que solía tener una erección y eyacular cuando era penetrada por un hombre, pero nunca permitiría que un compañero sexual tocara sus genitales, porque desde su punto de vista un hombre atraído hacia los genitales masculinos “no es un hombre”. Después de esta entrevista, el criminólogo escribió un informe muy negativo: “Es un amoral, débil mental y deshonesto que reincidirá en el delito”.
La Lita tuvo que cumplir íntegramente la pena de tres años de cárcel por robo. De hecho, los últimos trazos que dejó en el archivo se refieren a su comportamiento mientras estuvo en prisión entre 1939 y 1941, incluyendo treinta días de reclusión por ocultar una carta de amor y otros quince días por tener una pastilla de jabón y “falsear la verdad acerca de su procedencia, por cuanto es indudable que le ha sido obsequiada” (los oficiales de prisiones dieron por sentado que se trataba de un obsequio de otro prisionero, dada la “condición de pederasta pasivo” de La Lita). La ficha criminológica no proporciona ninguna información sobre su vida tras salir de la prisión. El testimonio de La Lita ilustra los términos con que las maricas argentinas narraban sus experiencias vitales cuando debían hacer frente a las instancias de control estatal.
Javier FERNÁNDEZ GALEANO
Fuentes primarias
Expediente 2531. Instituto de Clasificación. Museo Penitenciario Argentino Antonio Ballvé, Buenos Aires, Argentina.
Bibliografía
FERNÁNDEZ GALEANO, Javier (2022), “Performing Queer Archives: Argentine and Spanish Policing Files for Unintended Audiences (1950s-1970s)”, Turning Archival: The Life of the Historical in Queer Studies, eds. Zeb Tortorici y Daniel Marshall, Durham: Duke University, pp. 141-164.
Cómo citar este trabajo
FERNÁNDEZ GALEANO, Javier (2024), “La Lita”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.