Madame Arthur

Modesto Mangas Mateo (Villavieja de Yeltes, 1923-Barcelona, 1999) fue rebautizado en varias ocasiones. En sus primeras actuaciones como imitador de estrellas, a los catorce años, respondía al nombre de Modesto de la Alhambra. Después de trabajar junto a La Penalti como boys para Celia Gámez, saltando de una representación a otra y conociendo el mundo de la noche y de la homosexualidad en la década de los cuarenta, Modesto se vio obligado a recuperar su nombre oficial para acudir al Servicio Militar. Tras este forzoso paréntesis, emigró y acabó actuando en el Carrousel de París y en el Genoux de Berlín. Hacia 1950, volvió a España, aunque la enfermedad de su madre y los consejos de un religioso le retiraron temporalmente del cabaret para dedicarse al servicio doméstico. Tras esa pausa, a inicios de los sesenta, fue contratado en el Gambrinus de Barcelona, adoptando el sobrenombre de La Tula. Con la llegada del Carrousel de París a la capital catalana, tomó otro bien distinto, Madame Arthur, que evocaba uno de los locales travestís más exitosos de Francia. Y ese no fue su último cambio, puesto que, cuando entró a trabajar en el Barcelona de Noche en los años setenta, se hizo llamar Míster Arthur. Con este amplio abanico de nombres, nos acercamos a uno de los referentes indiscutibles del universo trans durante la dictadura franquista y la Transición española.

Para (re)construir su biografía, disponemos de las entrevistas compiladas, por ejemplo, en las Memorias trans (2006) escritas por Pierrot. Asimismo, conservamos otros testimonios impresos, disponibles en Celtiberia gay (1976) y en El libro de los travestis (1978). Contamos, además, con breves entrevistas y algunas de sus icónicas actuaciones recopiladas en La tarde de verano (1983), el magacín de TVE presentado por Pepe Navarro y Xavier Cano, y en el documental Madame Arthur (2011), dirigido por Eduardo Gión. De ahí que, a pesar de la ausencia de textos autobiográficos, sus recuentos y anécdotas, tan variopintos como en ocasiones contradictorios, son los que arrojarán luz (y también permitirán entrever algunas sombras) sobre la vida de una de las estrellas más admiradas de los escenarios trans españoles.

Entre las conversaciones preservadas, son varios los momentos en los que Madame Arthur rememora su infancia transcurrida en un pequeño pueblo de la provincia de Salamanca. Relata con nitidez los sentimientos provocados por una soledad inevitable en su época: “Quizá porque fui el primer chico que salió así y la sociedad entonces me apretaba. La gente me hacía muchos desprecios, me marcaba. Siempre me veía muy solo, no me veía amparado por nadie. Me he sentido muy odiado, horroroso” (Alcalde y Barceló, 1976: 124). Este fragmento descubre la realidad compartida por la inmensa mayoría de sus compañeros del music hall al no ocultar su condición de “invertidos” a ojos de una sociedad que no supo ni quiso entenderlos. Crecer en un entorno rural humilde y verse sometidos y reprimidos por el régimen franquista durante décadas, los dejó totalmente desprotegidos. Como bien demostró Mérida Jiménez (2016), una condición socioeconómica desfavorable impedía a las personas trans verse amparadas por su patrimonio o por los contactos de los que podrían gozar con otra procedencia social.

La penuria que sufrió el país tras la Guerra Civil provocó un aumento de los movimientos migratorios hacia las zonas más industrializadas: Cataluña, sobre todo Barcelona, y Madrid. Así pues, las dos capitales, se transformaron en los destinos que las minorías sexuales eligieron para emigrar, lugares donde el mundo del espectáculo les permitió, en el mejor de los casos, ampliar su red de contactos, formar parte de una comunidad y conseguir un empleo, según analizase Huard (2021). Sin embargo, no todos lograron trabajar en un show: muchos de ellos no tuvieron otra opción que vivir de la prostitución. En las entrevistas, Madame Arthur menciona que ese no fue su caso, aunque no oculte haber ejercido el alterne de las tanguistas:

Recuerdo que venía un tío, carnicero, de Madrid, con la mujer o la querida, que venía exclusivamente a meterse conmigo, todos los sábados en un palco, se lo pasaba bomba metiéndose conmigo y yo con él y era todo el show… Al final tenía que cagarme en la puta madre que lo parió, que era lo que quería él y me metía en el palco con su mujer y con él y allí llovía el champagne y todo lo que Madame Arthur quería… De eso viene la fama de que si soy alcohólica… Mira si soy buena artista, pues aún he sido mejor tanguista. (Pierrot, 2006: 54)

Confesiones como estas, sin remilgos, permiten descubrir las dinámicas laborales de quienes trabajaban en este universo durante la dictadura. En primer lugar, reconoce su propia valía como artista, orgullo que se repite en incontables entrevistas: era plenamente consciente de su éxito sin precedentes, reconocido y reconociéndose como “mito viviente”. En segundo lugar, alude al rumor sobre su alcoholismo:

¡Qué mal lo pasé! Me llamaban “la colosa en llamas”. Me acuerdo de que yo iba por la calle ida, por el dolor. Y la gente decía que si yo me emborrachaba, que si fumaba porros… Fíjate, cuando yo lo único que tenía era una tristeza terrible. Yo, guapísima, por la calle, toda vestida de negro, la gente mirándome, y yo como ida, el dolor que yo tenía entonces… (Pierrot, 2009: cap. 6)

No obstante, ninguna pena fue capaz de apagar su personalidad deslumbrante. Del mismo modo en que muestra los recovecos más profundos de su corazón, donde estaban escondidas la soledad y la tristeza, recuerda los brillantes inicios (hacia 1968) de una de las salas de fiestas más conocidas del Barrio Chino barcelonés, el Gambrinus:

Estaba Hortensia que era Luis Gallardo, Emilio la Mora, la Manolito Soler. Estuvimos un año de cabaret mixto, de mujeres y hombres, y los chicos salían de hombre, pero muy afeminados…, y al año vendieron el cabaret, se quedó el Rocamora y el Vigo, y fue cuando ya formamos el primer espectáculo de transformación. Estaba el Luisito Sevilla, la Hortensia, la Gardenia, la Gallina del Copacabana, […] la difunta Pampanini, la Michel y yo. Eran todos españoles. A la semana ya dieron en traer extranjeros, trajeron a una brasileña que pintaba. […] Y por mediación suya ya vinieron la Daloa, la Ramonita Vargas, después ya vino la Coccinelle, Capucine, la Bambi, y después Dodo Pigalle, Claudia Lamar, María de la O y la Dolly Van Doll. Recuerdo que esa época era maravillosa, ya salíamos de mujer. (2006: 52)

En consonancia con esos años de esplendor, recuerda su primera noche en uno de los locales más emblemáticos del mundo del espectáculo trans situado en la calle de las Tapias, donde actuó junto a Dolly Van Doll, la Paca España, Piquito de Huelva, el ballet de Gin Park, entre otros: “La noche que yo debuté fue cuando Barcelona de Noche hizo, ¡chas!, hasta los topes y para arriba durante seis años que no se puede poner ni un alfiler, toda la aristocracia de Barcelona, era lo único que había” (2006: 54). El público estaba fascinado con las performances de Madame Arthur. Su transformismo, apuntó Cristina Ornielli (2015), jugaba con el equívoco: actuaba vestido de mujer y preservaba sus rasgos marcadamente masculinos, alejado de las hormonas, junto a su voz grave y desgarrada. El resultado de su apariencia cumplía con lo catalogado como “fenómeno gay” tras la muerte de Franco: “toda manifestación relativa a la ambigüedad, el juego, el cambio, la transformación del sexo” (Alcalde y Barceló, 1976: 34) que ha sido preparada para el consumo del cliente. Ahora bien, que estos espectáculos se llevaran a cabo no implicaba una ausencia de represión, más bien al contrario; antes de su realización, se suprimía todo aquello que pudiera ofender a la sociedad y a sus intereses. Así, a través de la censura, en una sala gay, se exigía que “el espectáculo tenga un carácter grotesco, bufonesco, para que la gente pueda reírse de los ‘maricas’, y evitar que pueda contemplar un espectáculo simplemente ‘distinto’. Sólo en los locales en los que la censura es misteriosamente tolerante, se permite que el espectáculo tenga un tono brillante, serio y desinhibido” (32-34).

Por ello, no es sorprendente que nuestro protagonista padeciera en su propia piel el peso de la Ley de Vagos y Maleantes (modificada en 1954) y la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970), aplicadas durante la dictadura franquista:

¿Problemas con la policía? Yo nunca. Yo tuve uno en la calle no fue por…, fue por escándalo público, salí vestida de mujer…, era un día de Navidad, yo vivía con Josephine y entonces yo hice la primera revista del Gambrinus, que hacíamos dos, entonces yo me fui vestida de mujer, en aquella época, a felicitar las Pascuas al Barcelona de Noche… y al venir fue cuando me pilló la policía. ¿Que qué me hicieron? Me metieron presa tres meses por escándalo público. (Pierrot, 2006: 52)

En la (auto)reevaluación que realiza Madame Arthur en cada una de sus entrevistas, a pesar de ser creyente no practicante, ya que “no voy a mariconear de noche y a ir a misa de día” (Bassets, 1983: s.p.), a sus 54 años confiesa: “No me arrepiento de nada. Todo lo que he hecho fue con conocimiento de causa” (Lib, 1978: 111).

Uno de los proyectos más recientes que nos permite recuperar su memoria es el documental de Eduardo Gión, de gran interés tanto por el contenido, rescatado gracias a las entrevistas a sus familiares, vecinos y amistades, como por su valor como testimonio de su imborrable huella.

Rosa CONESA CORTÉS

Fuentes primarias

ALCALDE, Jesús y Ricardo J. BARCELÓ (1976), Celtiberia gay, Barcelona: Personas.

BASSETS, Lluís (1983), “Madame Arthur aún no puede retirarse”, El País, 9 de junio.

La tarde de verano (16 de noviembre de 1983), prod. TVE (min. 18:55-24:28). Acceder

LIB (1978), El libro de los travestis, Barcelona: Zeta.

Madame Arthur (2011), dir. Eduardo Gión, El Erizo Producciones.

PIERROT (2006), Memorias trans. Transexuales – travestis – transformistas, Barcelona: Morales i Torres.

— (2006), Memorias trans. Portal de Carla Antonelli. Acceder

— (2007), Memorias del espectáculo. Portal de Carla Antonelli. Acceder

— (2009), Memorias trans 2. Portal de Carla Antonelli: Acceder

 

Bibliografía

HUARD, Geoffroy (2021), Los invertidos. Verdad, justicia y reparación para gais y transexuales bajo la dictadura franquista, Barcelona: Icaria.

MÉRIDA JIMÉNEZ, Rafael M. (2016), Transbarcelonas. Cultura, género y sexualidad en la España del siglo XX, Barcelona: Bellaterra.

ORNIELLI, Cristina (2015), “Identidad(es) trans y memoria camp en la España de Pierrot”, Memorias, identidades y experiencias trans: (in)visibilidades entre Argentina y España, eds. Jorge Luis Peralta y Rafael M. Mérida Jiménez, Buenos Aires: Biblos, pp. 41-63.

Cómo citar este trabajo

CONESA CORTÉS, Rosa (2024), “Madame Arthur”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.

http://www.masdime.udl.cat/profile/madamearthur/