Rosario Miranda

Cualquier automovilista que condujera por la carretera hacia los acantilados de Teno tras atravesar el pueblo de Buenavista se encontraba una extraña visión a un lado de la carretera: sentada en una piedra a modo de trono, junto a una pared y con algún perrito a sus pies, una mujer con ropas insólitas y dedos llenos de multicolores anillos saludaba con una sonrisa a todo el que cruzaba por aquellos solitarios paisajes. Esta aparición, humilde y a su vez prodigiosa, tenía por nombre Rosario Miranda (Buenavista del Norte, 1937-2004) y era una campesina que nació en ese pequeño pueblo de la isla de Tenerife con el deadname de Domingo Regalado.

Su apariencia, entre feérica y de divinidad atávica, ha sido estudiada iconográficamente en relación con otros avatares híbridos coloniales de India (Hernández, 2021: 143-165), pues la trayectoria de esta trabajadora del campo en un contexto de aislamiento de redes de sociabilidad trans durante la mayor parte de su vida y muy apegada a las tradiciones rurales de su localidad, singularizan la proyección de Rosario Miranda en las constelaciones de vidas trans. Gracias al documental Rosario Miranda (RM) del cineasta canario David Baute (2002), rodado como homenaje a la fascinación que desde joven sintió por esta figura que le saludaba desde la carretera, tenemos un testimonio en primera persona de gran valor humano y etnográfico.

Baute se introduce en el hogar de Rosario, camina con ella por sus huertas y las plataneras en las que trabajó, le acompaña a su trono de piedra y se adentra en los recuerdos de sus álbumes de fotos. Pero también introduce breves intervenciones de los vecinos que la conocieron de niña; compañeros de trabajo del plátano; anfitriones de su primer viaje a la Península… El mosaico de miradas y percepciones (muchas de ellas incapaces de llamarla por su nombre sentido: “El nombre mío es Rosario Miranda del Olmo. Yo no quiero que me llamen Domingo. Ya se lo he dicho a todo el mundo. Y muchos me llaman Domingo y no miro”) refleja un contradictorio entorno de respeto e incomprensión, de higiénica distancia y cariño ante su hiperbólica feminidad. La polémica por su participación en un desfile de carnaval de su pueblo refleja estas tensiones en la comunidad: “El alcalde no me quería dejar salir por maricón y los chicos pudieron sacarla [la carroza en la que iba ella entronizada con su fantasía egipcia]”.

Ella se sentía mujer desde niña y como tal jugaba con muñecas (“Pero como estaba con las hermanas”, justifica una vecina en el documental):

A los nueve años ya tenía tomada la decisión a como soy, a lo mío, a mujer. “Muchacho, que te mata Franco”, ¿A mí? Yo hago con mi cuerpo lo que me da la gana. “¡Ay, que te meten en la cárcel!” Pues que me metan, allí me darán de comer, me supongo. En la vida de Franco no se aceptaban las personas como nosotros. Los destinaban para otros sitios, los encarcelaban, otros los consumían que no se sabe de ellos. (RM)

Con 14 años su padre muere y su madre se encarga de su educación (tanto de los trabajos agrícolas como de la cocina y demás labores domésticas). Su paso por el servicio militar fue traumático (“El cuartel fue para mí un sufrimiento”), bajó mucho de peso; allí tuvo una experiencia amorosa fallida que le lleva a confesar el anhelo de toda su vida:

Un amante que tuve casi me cuesta la vida. “Cuando me veas allá, no digas nada para que la gente no vea que tenemos relaciones”. Creo en el amor y creo en la amistad. Pero hay muchos que se aprovechan de mí. Me encanta vivir con una persona, que yo me sienta feliz, vivir con ese hombre encantada. Nací para eso. Nací para estar con un hombre. Yo soy muy feliz cuando estoy con una persona […]. Si a mí me gusta un hombre, quién me lo quita de la cabeza, nadie. Pues he soñado con que estoy feliz con la persona que he querido, y después es un sueño y ahí me encharco [por ‘llorar’] otra vez. (RM)

Al regreso del cuartel, se produce el momento de su salida pública como mujer en el pueblo (y de arrancar las fotos vestido de hombre de sus álbumes porque se “veía horrible”):

Cuando volví del cuartel me vestí de mujer. El día que me puse los pechos, ay, mi niño, casi me matan. Eso fue un escándalo. Yo me los cogía y qué bonitos. No cogían piedras y palos porque no podían […]. Las señoras decían a sus hijos que no se arrimaran porque si no se quedarían a la misma altura mía, que eso se pegaba. (RM)

La rutina de Rosario en su día a día no se diferencia de la de muchas mujeres de su entorno:

Me levanto. Lo primero que hago es la cama. Salgo para afuera. Me pongo la ropa, quiero decir las faldas de trabajo. Me salgo para arriba, para las gallinas. Subo el agua, le friego las pilas, les echo agua. Vengo para abajo. Llevo el millo, le echo de comer a todas. Después desayuno y, cuando ya aclara el día, ordeño las vacas, le barro la cuadra, le echo de comer, que si tengo que ir para allá, que si tengo que ir acá, que si tengo que fregar aquello, que si tengo que fregar la otra… Me pone histérico […] y a conversar arriba en la carretera con los perritos por la tarde. (RM)

Pese a este modus vivendi como mujer plena (y pese a que hasta ella misma en muchas ocasiones se adjetiva en masculino), en el documental varias opiniones dejan entrever la profunda ininteligibilidad de su presencia. Según narra un compañero de trabajo en las labores de recogida de plátanos: “A mí me contaban que era del otro bando. Estuvo conmigo diez años y él conmigo no se pasó ni me dijo nada. Decían que era medio afeminado y eso. Pero yo no vi nada” (RM). Más lacerante es el diagnóstico de un amigo gay: “Se siente mujer, pero es una fantasía que él tiene. Él nunca se ha operado y no creo que nunca se vaya a operar. Él se lo monta a su manera, en plan primitivo porque él es muy primitivo” (RM).

Particularmente conmovedor es el relato que hace de su primera salida de la isla, su experiencia en el embarque y durante el viaje en avión, además de su impresión de la capital catalana: “Cuando yo entré en Barcelona, hasta los taxistas se paraban y me decían: ‘¡Qué belleza!’. Y un chico que estaba recién casado dijo:  en la cabeza, es capaz spus gals se paraban y me dec aviños jo en el campo,  casos se adjetiva en masculino)rriba, para las gal’¡Jesús, esta vale más que mi mujer!´” (RM). El fantasma del sida también forma parte de su experiencia vital: “Cuando me enfermé la primera vez, yo creía que tenía el Sida. Cogí una depresión de mucho cuidado. Y después se me metió en la cabeza, es capaz que yo me muera y me dejan allí solo en el cementerio. Me entraban hasta sudores. El miedo que yo tengo es de morirme” (RM).

Gracias al documental de Baute, la figura de Rosario Miranda se popularizó entre los colectivos LGTBIQ+ de la Islas Canarias y su nombre estuvo ligado a los premios anuales del colectivo Algarabía (ya desaparecido) que galardonaba las iniciativas en defensa de los derechos de las personas diversas (Lorenzo Ábalo, 2015-2016). También ha sido reivindicada en los trabajos sobre el archivo homosexual en Canarias, en intervenciones artísticas, desde una perspectiva poscolonial… y homenajeada póstumamente en su pueblo. Quizás esta reivindicación de los últimos años resitúe su figura como una de las más excepcionales experiencias vitales trans; sin embargo, murió sin poder cumplir su sueño: “La felicidad para mí es entrar como una reina por Buenavista con traje de cola…, casarme con hábito de mujer”.

José Antonio RAMOS ARTEAGA

 

Fuentes primarias

Rosario Miranda (2002), dir. David Baute, Tingladofilm. Acceder

Bibliografía

HERNÁNDEZ, Jairo Adrián (2021), “La Virgen de los Remedios conoce a Bahuchara Mata: transfeminismo descolonial a través de la biografía de Rosario Miranda y otras experiencias hijras”, Clepsydra, 21, pp. 143-165.

LORENZO ÁBALO, Kateryn (2015-2016), “Cómo te voy a llamar Rosario cuando eres Domingo”, La Página, 25-26, pp. 73-80.

Materiales adicionales

Mi nombre es Rosario Miranda (2020), dir. Daniasa Curbelo. Acceder

RAMÍREZ PÉREZ, Víctor M. (2019), Peligrosas y revolucionarias. Las disidencias sexuales en Canarias durante el Franquismo y la Transición, Gran Canaria: Tamaimos.

Cómo citar este trabajo

RAMOS ARTEAGA, José Antonio (2024), “Rosario Miranda”, en Catálogo de memorias disidentes, MASDIME – Memorias de las masculinidades en España e Hispanoamérica, Universitat de Lleida, fecha de consulta.

http://www.masdime.udl.cat/profile/rosariomiranda/